Me tomo la libertad de publicar aquí un microrrelato que presenté hace ya casi un año en el concurso “El Péndulo de Foucault” de la RPA (Radio del Principado de Asturias) que, además, resultó ganador. Quería compartirlo con vosotros:
El mundo del desorden
“El destino, un ídolo difícil de creer. Contingencia y aleatoriedad que invade las líneas de nuestra existencia”, pensaba Ben. Se disponía a afrontar la más ardua prueba de su vida. El navío que él mismo capitaneaba se disponía a litigar contra las aguas del temido principio. Finalizaba su viaje, tornándose su odisea en un nuevo y fruitivo maremágnum de posibilidades.
Recordaba toda su vida, como si de un instante se tratase. Caronte lo miraba, desde barlovento, intentando tranquilizarlo, pero el consuelo no llegaba. La decisión de Aisa estaba tomada. Ben sólo ansiaba dejar que las olas de la desesperación lo llevasen hasta la calma. Docto en la tierra de Tánatos, había desestimado la comandancia del mismísimo barquero. Él era su propio norte, y no tenía idea del lugar al que se dirigía. “Quizás esto sea la vida”, pensaba.
El momento había llegado. Dejóse caer por la gran cascada. Tras tanta luz apareció, cubierto de lodo, en la habitación en la que sus padres esperaban con ilusión su nacimiento. “Bienvenido al mundo”, dijeron, mientras él, firme en la convicción de que la prisión de la vida lo había envuelto, decidió aceptar su muerte y dejarse llevar, de nuevo por la contingencia…